Jon Mikel Sagastibeltz.- Soy un ciudadano cívico. Le doy a la llave de contacto de mi coche y pongo en marcha una tonelada de chatarra para que transporte mis setenta kilogramos. Lleno mi depósito con gasolina que ni sé ni me importa de dónde procede ni cuántas guerras ha causado. El asfalto que piso en la autovía ha desgajado del paisaje caseríos, valles y bosques parecidos a los que admiro por la ventanilla. El centro de la ciudad es mío y los metros cuadrados que ocupo con mi coche en movimiento se duplican en el aparcamiento.