¡Con el décimo aniversario de la okupación de Lakaxita llega a Irun el Jaion Zirikus!
Abren el desfile, las laboriosas abejas, que liban el néctar de las flores que crecen en pulmones de Irun como Lakaxita, donde aún queda tierra y oxígeno en los que naturaleza y creatividad construyen ecosistemas vitales para la supervivencia de la sociedad. En ellos florece la soberanía alimentaria y la autogestión cultural y social. Sus picotazos son dulces para el vecindario pero amargos para el ayuntamiento, ya que dejan en evidencia que no hacen falta instituciones ni alcaldías para que crezcan iniciativas populares como Herri Ziztadak.
Tras ellas caminan sobre la cuerda floja: las vecinas inmigrandes, las desempleadas y todas aquellas personas que, por culpa del banco, no saben si mañana dormirán en el banco de la calle. Con ellas desfilan las mujeres que trabajan en su casa y fuera de ella haciendo malabares para legar a final de mes. La Mujer Forzuda levanta con una mano la pesada hipoteca y con la otra las facturas de la luz. Todas ellas son trapecistas de primera que se juegan la vida en el abismo de la precariedad y la pobreza energética.
El cortejo municipal está compuesto de Avispas Oiassoáticas alérgicas a los picotazos de las Abejas Lakasitianas, cuya cabeza desgajan mediáticamente siempre que tienen oportunidad.
Abre el desfile circense el Prestirigitador Municipal, en cuya mano izquierda muestra el dinero público que hábilmente hace desaparecer en su chistera para hacerlo reaparecer en su mano derecha como por arte de magia. El mago hace así mismo invisibles con su varita mágica los datos sobre las miles de viviendas vacías que hay en Irun para seguir regalando al insaciable San Hormigón jugosas zonas verdes dejándonos al vecindario sin oxígeno.
La Burbuja Inmobiliaria se infla de especualación y explota salpicando a todo pitxitxi como pompa de hormigón.
Tras el mago desfila con porte marcial el Domador de la guardia municipal de Irun, que con su látigo de fierro intenta domar aunque no consigue dominar a las leonas moskovitas que se resisten a que el pacto cívicomercial engulla las pocas libertades que aún le quedaban a esa masa informe llamada ciudadaniía. Ellas, junto a otras especies animales y vegetales reivindican la libertad y la riqueza de la diversidad frente al gris, monolítico y aburrido pensamiento único. El urbanismo municipal se refleja en el espejo deforme y amenaza con robarle el alma a Irun.
A la cola del carrusel pero por encima de todo él vemos al Monstruo Santánico, con tres cabezas y sin nigún corazón. Una de las caras es de alcalde de Irun, la otra de primer edil de Hondabirria, y la tercera de ese Engendro Elefentino llamado Txinzer con su trompa preparada para absorber las aguas saltarinas del vientre de Jaizkibel cuendo San Hormigón así lo ordene. Hace tiempo que el monstruo santánico colgó las políticas sociales y culturales en el trapecio y las arrojó al abismo de la gestión de las empresas privadas. ¡¡¡Y así nos luce la peluca!!!
¡A pesar de tener tres cabezas no sabe lo que es el TTIP!
Y tras el monstruo Santánico llega San Hormigón como una apisonadora que come hierba, tierra, arbustos, flores, plantas, árboles, helechos, rocas, musgo, riatxuelos, valles, colinas, montes y ayudas sociales, y defeca cemento. Con éste va cubriéndolo todo, sin dejar ni un lugar para que las especies humanas, animales y vegetales supervivientes a los planes urbanísticos respiren. El monstruo santánico protagonizará el número estrella del circo con diferentes saltos mortales.
En el primer salto mortal quiere ofrecer en sacrificio cincuenta hectáreas de tierra agrícola virgen de Zubieta para que el insaciable San Hormigón las engulla y así el gobierno vasco pueda construir el parque nanotecnológico de Miramón donde diseñarán robots que se metan en nuestras fosas nasales para espiar nuestros pensamientos.
En el doble salto mortal ofrecerá a la bestia la zona verde de Txenperenea a cambio de jugosos untamientos para construir la Ronda Sur y el enlace con la autopista y así facilitar el tránsito de los coches mientras hipotecan la accesibilidad peatonal y la tranquilidad de las vecinas al fragmentar el territorio en dos y alzar una insalvable barrera que destroza lazos comunitarios.
Y el un triple salto mortal quisiere arrojar a las fauces de San Hormigón el fértil paraíso de Gaintxurizketa, que el monstruo santánico sueña con ver convertido en desierto de polvo y vías de tren. También sueñan con el tren de alta volocidad para sentirse como ejecutivo en un tio vivo.
Hace tiempo que el circo municipal se puso en venta y de él se adueñaron las Avispas Españiensis sobradamente conocidas por sus ábiles juegos de prestidigitación jurídica. Se esconden en los camerinos y desde ahí exhiben su lamentable destreza dejando a las presas vascas sin los derechos más fundamentales, imponiendo penas crueles y sin sentido a organismoa populares como Askapena, y amenazando con cerrar sociedades culturales como Hazia.
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