Ane Mendizabal Sarriegi.- El aeropuerto recogió en 2023 los mejores datos de su historia; 482.662 pasajeros y pasajeras. Aunque para AENA son datos positivos, tanto para los y las vecinas como para los colectivos ecologistas la infraestructura no ha aportado nada positivo.
El aeropuerto de Donostia se encuentra en Hondarribia, sobre una zona que antiguamente era una prolongación de marismas. Se inauguró en 1955 y desde entonces, miles de viajeros y viajeras han visto los paisajes de la bahía de Txingudi desde el cielo. Es costumbre de muchas empresas hacer balance del año que acaba de finalizar con el comienzo del año.
Siguiendo esta costumbre, AENA envió el balance del año 2023: el aeropuerto recogió el año pasado los mejores datos de su historia. En total, pasaron por allí 482.662 viajeros y viajeras, un 25,8% más que en 2022. Maurici Lucena, presidente de AENA, calificó estos datos de “dignos de felicitación”. En referencia a la pandemia, dijo que las aerolíneas sufrieron “consecuencias terribles”. Superado este golpe, añadió que haber recibido más viajeros y viajeras que nunca en 2023 es “beneficioso para el desarrollo social y económico del Estado español”. Más porque muchas veces no es sinónimo de mejor, Hitza ha querido comparar estos datos con las opiniones de los y las vecinas que viven alrededor del aeropuerto.
El medio se ha reunido con José Ramón Lorenzo en la oficina que la asociación de vecinos y vecinas de Mendelu tiene en el edificio Eguzki. Pertenece a la Asociación de Vecinos Mendelu Zaharra, que se volcó en primera línea en la lucha contra la ampliación del aeropuerto. Se ha sentado en torno a la mesa blanca y ha puesto sobre la mesa una carpeta morada con fragmentos de periódicos, informes de investigación, mapas y documentos de color amarillento por el paso del tiempo. Aunque el proyecto de ampliación del aeropuerto es cosa del pasado, o al menos eso quiere pensar Lorenzo, sigue con atención los datos que maneja AENA.
El futuro de los y las vecinas del barrio de Mendelu durante los quince largos años que duró el affaire estuvo íntimamente ligado a esta infraestructura. Lorenzo mira con recelo los datos actuales. “El número de viajeros y viajeras ha aumentado debido al aumento de las posibilidades de destino y su uso por la gente. Eso ya se sabe, no podemos ir en contra de la realidad”, admite. No obstante, reconoce que le gustaría que hubiera menos pasajeros y pasajeras porque el riesgo que supone el paso de aviones cerca de las casas de los vecinos y vecinas es algo que tienen muy presente. “El que haya más vuelos implica más sonido, sí, pero también más riesgo. Nunca nos hemos olvidado del peligro que supone un avión”.
Los aviones realizan dos direcciones tanto para las operaciones de despegue como de aterrizaje. Una se dirige hacia Hendaia, donde cruzan los horizontes de la jurisdicción francesa, y la otra hacia Amute-Kosta y Mendelu. En cuanto al sonido, el miembro de la asociación asegura que se han acostumbrado a escuchar aviones, aunque gracias a los avances tecnológicos el volumen de ruido ha disminuido considerablemente. “El Gobierno español tenía un convenio con el Gobierno francés para limitar los horarios y el número de viajes de los vuelos porque no podían superar un número determinado de decibelios al día”, ha explicado. Aunque la hora de cierre del aeropuerto sigue siendo las 22:00 horas, el menor ruido de los aviones ha permitido aumentar el número de vuelos.
De la misma opinión que Lorenzo es Itxaso Goikoetxea, del barrio de Puntal. Vive frente al aeropuerto, concretamente frente al tramo de pista donde despegan los aviones hacia Hendaia. “Muchas veces, cuando la gente de fuera viene a casa lo primero que comenta es el ruido. El problema es, y es cierto que, quizá, es el más espectacular. Pero yo creo que no es el problema más grave, aunque sea el que más presencia tiene. Te acostumbras al ruido”. Considera que los problemas que genera el aeropuerto son los relacionados con el medio ambiente y la seguridad. “Me refiero a la seguridad porque el aeropuerto está a pocos metros de las viviendas y es innegable que hay una incoherencia medioambiental. En la bahía de Txingudi hay un espacio protegido sobre el que está construido el aeropuerto. En las políticas actuales, hacer un proyecto así, en este contexto, sería impensable, o me gustaría pensar eso”, ha explicado. En cuanto al aumento de viajeros, el vecino de Puntal pone el foco en el destino: “Han aumentado el número de vuelos y el número de pasajeros y pasajeras porque han puesto destinos diferentes o más variados”.
Enclavado en zona protegida
El aeropuerto de Hondarribia se encuentra situado en el centro de la zona declarada como zona de refugio, entre la bahía de Txingudi y Amute-Kosta, incluida en un plan especial de protección.
Desde el punto de vista medioambiental, el aeropuerto representa una zona que en origen eran marismas. Así, lo cuenta Xabier Garate, de Bidasoaldeko Lagunak. Ha precisado que en los últimos 80 años los humedales han disminuido en un 60% y que la reducción del hábitat potencial “impide la regeneración natural de muchos espacios del espacio natural”. Estos ecosistemas perdidos tienen que ser sustituidos de otra manera: “Son acciones para compensar las zonas que no se pueden recuperar de forma natural en las marismas”. Ejemplo de ello es que la semana pasada la Diputación de Gipuzkoa estableció dos rutinas artificiales y una plataforma flotante para recuperar el águila pescadora y el chorlitejo pequeño. “Está bien poner rutinas para el águila pescadora porque puede reproducirlas en primavera. Este año, además, se han implantado en mejores condiciones. En el caso de esta ave el ruido no les asusta, pero si tuviera crías éstas podrían sufrir algún percance al empezar a volar. En el caso del chorlitejo pequeño también ocurre algo parecido. Antes tenían zonas de reproducción, pero hoy en día empiezan a llenarse de plantas. Los gatos también están sueltos y se han colocado para evitarlos en una plataforma flotante”.
En cuanto a los animales, Garate ha señalado que la actividad del aeropuerto provoca “perturbaciones serias” en la fauna de la zona. Además de los riesgos de colisión con aviones, desde el grupo ecologista consideran que el servicio de control de la fauna, que utilizan halcones, también pone en peligro la tranquilidad de las aves que se acercan al parque natural. El número de vuelos y el consiguiente aumento de la frecuencia también tiene efectos negativos sobre las aves migratorias. “Si antes había 6-8 horas entre vuelos, en los humedales podían tener tiempo para posarse y recuperarse, pero si tienen menos tiempo la tranquilidad se tambalea”. Las pistas donde despegan los aviones también pueden convertirse en una trampa para las aves. De hecho, a cada lado de la pista hay zonas de hierba de 50 metros que pueden resultar muy atractivas para las aves.
Asegura que otro factor preocupante es la contaminación. Puede ser de dos tipos: acústica y atmosférica. En cuanto a la contaminación acústica, Garate ha explicado que las mediciones que se realizan dicen que no afectan a la fauna. Pero considera que tanto el ruido que producen los reactores hasta que se calientan como los posterior portazos, sobre todo cuando se producen junto a la zona de Plaiaundi, son disuasorios para toda fauna. La contaminación atmosférica, en cambio, es menos visible, pero considera que el impacto es notable. Un despegue consume 300 litros de queroseno. “Es decir, necesita el depósito de seis coches que se consumen en apenas 20 segundos. Se dispersa rápidamente en el aire, pero ocurre de forma repetitiva”. Todo ello se produce a escasos metros del Parque Natural de Plaiaundi, única zona de especial protección para las aves existente en Gipuzkoa y que, al estar incluida en la Red Natura 2000, requiere de una especial conservación. Además, Ramsar está en el convenio internacional. Es decir, forma parte de humedales de gran importancia.
Desplazamientos del aeropuerto
Los recuerdos, datos y emociones que querrían abrir la carpeta morada y ser de color amarillo se han destapado en la asociación vecinal Mendelu Zaharra. En diciembre de 2001 se publicó la primera noticia, por lo que la primera propuesta del Ministerio de Movilidad del Gobierno español era ampliar el aeropuerto en 600 metros. En aquella época, gobernaba el PP en Estado español.
El núcleo de los desplazamientos aeroportuarios radica en parte en la OACI, que establecía que los aeropuertos debían tener una zona de seguridad de 150 metros a cada lado de la pista. “La pista tenía entonces 1.754 metros, los mismos metros que tiene actualmente. Lo que pasa es que Madrid dijo que la pista era pequeña y que en vez de recortar 300 metros se propuso ganar 300 metros para llegar a Hondarribia cualquier tipo de avión”, aclara Lorenzo. Querían ganar esos 600 metros hacia el barrio de Mendelu, lo que hizo que los y las vecinas se quedaran en peligro de quedarse sin casa. Conscientes de la situación, los y las vecinas se reunieron y celebraron una importante manifestación el 16 de abril de 2002. Fue muy multitudinaria; cerca de 3.000 personas se reunieron para mostrar su rechazo a la propuesta.
La segunda propuesta llegó en 2005, con el PSOE al frente del estado. Se propuso reducir la pista en 300 metros [que entró en vigor en 2016]. Para la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia el aeropuerto era muy importante. “Se dijo que era un servicio imprescindible para las empresas y para el público, y sin atender a lo propuesto en Madrid, en 2006 estas instituciones propusieron ampliar la pista del aeropuerto en 300 metros”, ha añadido. La prolongación de la pista hacia Hendaia era compleja, pero la prolongación de la misma hacia Amute-Kosta y Mendelu también provocaba sus problemas, entre otras cosas porque la construcción sobre el arroyo Jaitzubia generaba problemas medioambientales.
La cuarta propuesta fue en 2009. El Gobierno Vasco y el Ministerio de Movilidad propusieron prolongar 150 metros los dos lados de la pista. “Esto también quedó en nada. Claro, durante ese tiempo se produjeron miles de disputas políticas”. A lo largo de esos años, los y las vecinas recibieron el apoyo tanto de los ayuntamientos de Hondarribia como de Irun. Finalmente, con el fin de cumplir la medida de seguridad que exigía la OACI en 2016, AENA tomó la decisión de reducir 150 metros a cada lado de la pista. Desde entonces, la recta mide 1.454 metros. Aun siendo la pista más corta, se sometió a un tratamiento especial para poder aterrizar todas las clases de aviones, haciéndola más rugosa.
La asociación vecinal conoció en diciembre de 2001 la noticia que iba a condicionar totalmente sus vidas. Desde entonces, han sentido cerca el riesgo de perder sus viviendas en cualquier momento. Sin embargo, en todos estos años no han podido realizar inversiones en alojamientos. Mostrando una foto de 1984 que tienen en la asociación, Lorenzo ha lamentado que tienen las mismas reivindicaciones que hacían aquel día.
Crearán una línea de autobús directa que unirá el aeropuerto con Donostia
La semana pasada la Diputación de Gipuzkoa anunció la creación de una nueva línea de autobús que conectará el aeropuerto con Donostia. Será un servicio adaptado a los y las viajeras, que dotarán con vehículos especiales con espacio para las maletas. La Diputación destacó que este cambio “mejorará los tiempos de recorrido”. Y es que en la actualidad este servicio lo presta el autobús directo a Donosti, el 21E. La línea coge pasajeros y pasajeras en el aeropuerto y se dirige hacia el centro de Hondarribia.
Itxaso Goikoetxea, vecina del barrio de Puntal, ha notado sobre todo en los autobuses el aumento de usuarios y usuarias de la infraestructura de transporte, “porque el autobús que pasa por el aeropuerto va lleno”.
La Diputación realizará otros cambios y renovaciones en las líneas del Bidasoa.
Publicado originalmente en euskera en bidasoa.hitza.eus