El señor Joseba Agirretxea del P. N. V. (¡cómo se parece a “Partido del Negocio Vasco”!) proclamó desde el puente-púlpito sobre las vías del tren de Irun en plena campaña electoral que “el TAV es el eje de la Euskadi del futuro, la columna vertebral que nos unirá con Europa y sus pueblos”. Calificó de “negativos y demagógicos los discursos de la oposición” y dijo que esta infraestructura “nace de las necesidades reales de la sociedad”. Según él tendrá un impacto económico positivo.
Señor Agirretxea, hoy en día podemos viajar a los pueblos de Europa cuando queremos. Y le recuerdo que Suecia, el país más feliz del mundo según varios estudios, no tiene TAV. Respecto al futuro usted y los suyos tendrán que rendir cuentas a las próximas generaciones por haber destrozado hectáreas de tierra y bosque vascos del volumen de un campo de fútbol rellenado hasta mayor altura que el Everest.
Impacto económico tiene, y tremendo. El Gobierno Vasco está pagando 2.570 millones de euros hasta el año 2018, procedentes de los impuestos de la clase trabajadora. ¡Así fácil! ¿Por qué no financian el TAV empresas privadas si tan rentable es? Siete trabajadores han muerto en la zanja, y el resto cobra 4 euros la hora mientras sus jornadas laborales oscilan de 14 a 17 horas. El TAV vulnera los derechos de las personas, la sociedad, la clase trabajadora y la tierra.
En cambio sí compartimos con usted Sr. Agirretxea que nace de las necesidades “reales” en el sentido de realeza, aristocracia y oligarquía osea, la clase dirigente.
Por su parte la señora Ana Oregi se ha maquillado de verde en la cumbre de París obviando que la energía que se consume en extracción de canteras, movimiento de tierras, camiones, excavadoras, y demás para la construcción de la Y vasca provoca la emisión de gas de efecto invernadero equivalente a 630 toneladas de CO2 por día durante 100 años. ¡Ahí es nada! ¿Cuánto va a durar el paripé de decir que el TAV no contamina?
En la oposición al TAV hemos utilizado siempre razones y argumentos en contra de esta infraestructura. Sus impulsores, sin embargo, ocultan datos, tergiversan informaciones y se apoyan en mitos y falsas promesas. ¿Quién hace demagogia?
Los partidos demócrata-desarrollistas dan luz verde al uso de armas letales como excavadoras, tuneladoras, camiones de volquete, hormigoneras y explosivos para la destrucción irreversible de nuestro paisaje, que había sido cuidado a través de los siglos por gentes con sensibilidad y conciencia. Y no sólo no se arrepienten del daño y el dolor causados hasta la fecha, sino que hacen apología desvergonzada de la destrucción y siguen adelante con su política de tierra arrasada.
La tierra es el único futuro de las nuevas generaciones. La clase político-empresarial no tiene derecho a robárselo. Exigimos al Hormigón Armado que se desarme y a su entorno que paren las obras y depongan las armas definitivamente. Estamos en Navidad, tiempo de paz.
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