Situación de lxs migrantes en Irun: ¿Una patada por la dignidad?

He estado cierto tiempo fuera, y aunque leía las noticias, no dimensionaba la gravedad y el alcance de la situación que se ha generado en Irún en el útlimo (ya) mes y medio. Decenas de personas, con tremendas situaciones de violencia (física e institucional) encima. Muchas literalmente atrapadas en nuestra ciudad. Atrapadas por la criminal política de migración de la UE, y por las últimas decisiones tomadas por Macron.

Una situación de precariedad vital, ni para adelante ni para atrás. Una situación en el que el encierro no ha sido precisamente suavizado por las instituciones locales, que se vanaglorian de ser “ciudad de acogida” pero que ante una situación de emergencia han demostrado (en el mejor de los casos) una asombrosa ineptitud de gestión. Una actitud, que sería hasta cómica si no fuera porque hablamos de personas. De una situación casi pre-política, que debería trascender todo debate sobra la legalidad y los derechos, y colocarse en el más llano plano del humanismo. De la atención, ayuda y facilidades a personas que vienen de un infierno a nuestra ciudad, a una ciudad que ahogada en su ego, no es capaz siquiera de garantizar una estancia digna. Irún ciudad de acogida dice el amigo...

Pero bueno, lo anterior, si bien es cierto que mirado de cerca es de escándalo, la verdad es que no me ha sorprendido en demasía. Hace tiempo que los dirigentes de esta ciudad se escudan en el rigor legal para tapar su falta de ética y humanidad en muchos temas.

Lo que si me ha sorprendido al llegar, ha sido la respuesta ciudadana, popular o como quiera llamársele. La respuesta de la gente que no tiene responsabilidad institucional, y que ha acudido por decenas, a prestar su tiempo y su dinero para tratar de hacer vivible a estas personas el paso por Irún. Una solidaridad, que he podido observar se ha articulado en torno al espacio ocupado ofrecido por Lakaxita. Esa casita, que ha decir verdad, me ha sorprendido bastante los últimos años. ¿No le da vergüenza al ayuntamiento local, que esta gente sea capaz, con apenas recursos, de gestionar una situación así más eficientemente que aquel que recauda todos nuestros impuestos? Bueno, basta de ayuntamiento que sino no acabo, y ya ha dado por sí solo muestras de sus límites.

Dicho esto, también, al acudir a Lakaxita, me he apenado. Apenado, porque si bien es cierto que la red de solidaridad está dando lo mejor de sí, y que la chavalería de Lakaxita está ofreciendo todos sus recursos, la situación no deja de ser precaria. De límite. Y eso que todavía hace buen tiempo. Primero para las personas migrantes que allí se refugian (espacio, higienen, cocina, capacidad de atención, etc.), y menos importante pero también, para la gente que ayuda.

Visto esto, una idea no para de rondarme por la cabeza, tal vez una idea algo ilusa, pero bueno, en esa ilusión me resguardaré. ¿Porque no realizar la justicia que el ayuntamiento niega, creando un centro de acogida en condiciones? Viendo que esto va para largo, y que la capacidad del ayuntamiento ha quedado clara ¿Porque no recuperar un espacio en deshuso de la ciudad, para crear un espacio de acogida estable y en condiciones? Un espacio construido por la ciudadanía, que haga que Irun pueda empezar a merecer ese gran lema de “Ciudad de acogida”.

Se me ocurren a vote pronto, una decena de edificios vacíos propiedad de instituciones públicas (que no hacen un uso eficiente de ellos ya que están vacíos) y de entidades bancarias (en especial la Kutxa) que están a la espera que el mercado inmobiliario engorde para vender caro. ¿Es esto lícito en una situación como esta? Seguramente ni en esta, ni en muchas otras, pero esto ya es una humillación de estos grandes propietarios a las personas migradas, y a todos los ciudadanos que no podemos soportar tener, como ciudad, una respuesta tan bochornosa ante una necesidad humana de primer orden.

No he colaborado mucho (nada a decir verdad) con esa red de solidaridad ejemplar que se ha tejido a contrareloj, y por supuesto esta carta es una impresión, no es ni propuesta. De todas maneras, vaya por delante, que si alguien considera que sí, que se necesita un espacio con mejores condiciones, y que hay que recuperarlo para la gente, yo (y creo que otra mucha gente) estaremos dispuestos a estar en la primera línea a la hora de dar la patada en la puerta, entrar al edificio vacío escogido, y adecentarlo para que la gente en situación de migración precaria tenga un espacio, un lugar en el que refugiarse. Una patada ciudadana en la puerta, para que Irún, pueda empezar a susurrar sin caerse de vergüenza que es “una ciudad de acogida”

 

El Flaco

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