Bidasoaldeko Lagunak.- Hoy es un día triste para Txingudi. Hoy se le ha dado un cerrojazo a la oportunidad de que Irun pueda aportar otro granito de arena a la preservación de los espacios protegidos, la Biodiversidad y el Patrimonio Natural. Hoy el pleno municipal ha entregado a los intereses especulativos un espacio de alto valor ecológico.
Puede parecer poca cosa que nuestro ayuntamiento se hubiese implicado en apoyar la ampliación de la Red Natura 2000 en el estuario del Bidasoa, pero por lo mismo resultaría ridículo electrificar los autobuses o habilitar zonas peatonales ante el inmenso desafío de la crisis climática.
Justificar la aprobación del convenio con la empresa Pasquier para recalificar narcisisticamente la parcela de Azken Portu-Artía de industrial a residencial. Apelar a un equilibrio entre diferentes aspiraciones e intereses es hacer trampas. El equilibrio no se alcanza colocando pesos similares en ambos platillos de la balanza cuando esta ya está tremendamente descompensada hacia un lado.
De eso trataba la propuesta que presentamos a nuestro consistorio cuando le pedimos que aplazara la aprobación del convenio y que instara al ejecutivo autónomo a adquirir esos terrenos para devolvérselos al ecosistema de nuestro estuario.
A lo largo de la historia, en especial la más reciente nuestra ciudad ha ido creciendo a costa de devorar espacios naturales. No somos una excepción, el desarrollismo atroz nos ha traído a la situación actual. Eso hizo saltar las alarmas en Europa al comprobar que estábamos abocando a su desaparición tanto a hábitats como especies y, para protegerlos, se creó la Red Natura 2000.
Bidasoa-Txingudi forma parte de esta Red Natura 2000 y su hábitat principal es el estuario, diagnosticado como de extensión INSUFICIENTE con la directriz de ampliarlo dónde sea posible. Esta oportunidad acaba de cercenarse por intereses ajenos y contrarios a la mejora de este espacio protegido y el conjunto de la Red Natura 2000.
la restauración, conservación y protección de los espacios naturales no es ni un capricho ni se puede sustituir por greenwashing (falsa limpieza verde) es una necesidad para mejorar nuestro entorno natural y. en definitiva, nuestra calidad de vida.
Las viejas y caducas políticas desarrollístas parecen resistir a los esperados cambios que se prometían desde el acceso a la toma de decisiones de gentes que han llegado con aires de renovación.
Nuestro fracaso, nuestra tristeza, es el no haber sido capaces de hacer entender esto a nuestros gobernantes más cercanos. Redoblaremos el esfuerzo y seguiremos peleando, conscientes de quién está en frente y quién al lado.
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