ONEKA.- En el día 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, por el hecho de serlo, las mujeres mayores, pensionistas y feministas que conformamos ONEKA, denunciamos y nos comprometemos en la lucha contra la violencia que sufrimos las mujeres y en particular nuestro colectivo.
Ser mujer y además ser mayor, son factores de alto riesgo para sufrir violencia. Violencia que se manifiesta de muy diferentes maneras: humillaciones, vejaciones, control del dinero, abusos sexuales... y asesinato como la forma más dura de dominio.
Las mujeres mayores somos el colectivo que más dificultades tenemos para defendernos, ya que la desconfianza a ser creídas, el miedo a denunciar, la situación de vulnerabilidad y la vergüenza acrecientan la sumisión y el silencio y que nos lleva a sufrir esta violencia machista de una manera oculta.
Las mujeres mayores víctimas de violencia recurrimos poco o nada a servicios de ayuda (médica, psicológica, social, legal...). Además, contamos nuestra situación a personas del entorno en menor medida.
La prolongada trayectoria de violencia de género/deterioro asociado al proceso de envejecimiento tiene un gran impacto en la salud, por lo que cada vez se hace más necesaria la aplicación de protocolos integrales de detección de violencia de género en las mujeres mayores en las áreas de salud de las instituciones como puntos centinela para la detección.
Solamente en los últimos años, y gracias a la labor de colectivos de mujeres mayores y pensionistas, se está consiguiendo, aunque lentamente, que las administraciones comiencen a ser conscientes de la magnitud del drama que las mujeres de más edad estamos sufriendo.
La violencia contra la mujer es un problema que la propia Organización de Naciones Unidas define como “una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre la que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergúenza que sufren las víctimas”.
Violencia patriarcal, empresarial e institucional contra las mujeres son nuestros bajos salarios y pensiones por ser mujeres.
Uno de los resultados de este sesgo sexista, es la brecha de pensiones. Denunciamos la situación de precariedad, pobreza, soledad y abandono a que somos sometidas gran cantidad de mujeres mayores como consecuencia de las PENSIONES DE MISERIA con que contamos para subsistir y que, unido a la escasez de servicios, recursos y prestaciones públicas, nos colocan en una verdadera situación de INDEFENSIÓN.
Denunciamos, asimismo, la falta de reconocimiento del trabajo realizado por muchas de nosotras a lo largo de toda ºla vida, de forma gratuita en el hogar y muchas veces en puestos de trabajo remunerados, pero sin cotización, y por lo tanto sin derechos, como los empleos en el trabajo sumergido, en cuidados, en servicios, lo que deriva en no tener una pensión propia subjetiva.
Una gran mayoría de las pensiones de mujeres están por debajo de los 700 euros, entre ellas las de viudedad, lo que nos aboca a vivir en el umbral de la pobreza, e incluso por debajo de él, por lo que demandamos una pensión mínima de 1.080 euros, en catorce pagas, para TODAS las mujeres, de acuerdo con la Carta Social Europea y, en situación de viudedad, el 100% de la pensión de la persona cónyuge.
En lo que llevamos de año 2021, en Hego Euskal Herria, ha habido cuatro asesinatos de mujeres cometidos por hombres: 12/02/2021. 56 años. Sestao (Bizkaia); 07/07/2021 43 años. Murchante (Navarra); 12/10/2021 37 años Vitoria-Gasteiz; 04/01/2021 32 años, Aizarnazabal (Gipuzkoa).
Anhelamos y en ello radica nuestra lucha, una vida libre de violencia, una vida libre de las condiciones precarias que quiere imponernos el capital, una pensión digna que nos permita vivir por encima de la pobreza, una vida digna, autónoma e independiente.
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