Cinco campos de concentración tuvieron lugar en Irun durante el franquismo. Sigue en pie lo que se ha denominado «Pequeña velocidad». Era la primera zona violenta de los hombres que pasaban la frontera y se ha previsto derribarla.
Irun está dividida por numerosas vías de ferrocarril, actualmente en desuso. Estos terrenos albergan vagones o pabellones de aspecto abandonado. Se hace extraño. Para muchos ciudadanos es una incógnita el entorno del ferrocarril, sobre todo porque nunca ha estado urbanizado, porque los accesos y edificios están cerrados y no hay ningún signo de lo que ha habido. Los curiosos deben solicitar a Adif la autorización para poder ver en condiciones los edificios situados en los márgenes de las vías.
Tan desconocida es la zona que la Asociación Kepa Ordoki Memoria Historikoa Bidasoan tuvo conocimiento en 2018 de la existencia en Irun de un campo de concentración del franquismo denominado "Pequeña velocidad", pegado a la antigua Aduana de la calle del mismo nombre. El nombre hace referencia al sistema ferroviario, y en Palencia hay un edificio de la misma apariencia. En Kamiñazpi idazlearen Nere lau urteko ibilerak, del escritor Jose Mari Etxaburu, se enteraron por primera vez de este espacio, por el que pasó y luego fue trasladado a San Pedro de Cardeña. El recinto estuvo activo entre 1939 y 1942, y desde el puente de la Avenida llevaban a los y las que venían al final de la guerra de 1936. Con las personas que hacían una clasificación, explica Peli Lekuona, de Kepa Ordoki, y de ahí, trasladaban a La Magdalena, en Santander, a San Pedro de Cardeña, en Burgos, y a Miranda de Ebro, en Burgos. No permanecían allí mucho tiempo. «El cautiverio, acumulación y dispersión de cientos de detenidos comenzó en el Bidasoa», se lee en la página web que la asociación ha elaborado con pulcritud. La mayoría de los campos de concentración del Estado español fueron clausurados en 1939, excepto el de Irun. En total hubo cinco en la ciudad. Cabe destacar a Hilanteras Ferroviarias, que ocupaba el lugar del actual tanatorio. Llevaban allí a mujeres, niños y personas de edad avanzada; en Pequeñ avelocidad sólo tenían como prisioneros a hombres, comunistas y milicianos o militares republicanos.
Hay un gran baile de cifras para saber cuántas personas pasaron por el espacio de los hombres. Según los documentos recogidos por Kepa Ordoki, pasaron al menos 4.000 personas. "En los documentos iniciales [se refiere a los de 1939, 1940 y 1941] recogían sobre todo cifras, cuántos entraron y cuántos salieron", precisa Lekuona. La historiadora francesa Maelle Maugendre afirma que por el puente de la Avenida pasaron 98.000 ciudadanos en 1939. Desde la asociación se ha llegado a dos conclusiones: "Por un lado, que la cantidad de gente que pasaba por aquí era impresionante. Por otro, que la mayoría de ellos pasaban por la Pequeña velocidad".
La historia, en peligro de extinción
El edificio está ahora en peligro. De hecho, el Ayuntamiento de Irun tiene entre manos tres proyectos para cubrir las vías y urbanizar la zona. En el proyecto "Entorno estación" se puede leer claramente la previsión de derribo de la zona de concentración. Allí quieren construir una pasarela. Así las cosas, Lekuona compareció en el pleno del pasado viernes pidiendo que no se derribe y que se ha hecho una petición para que se declare como espacio de Memoria Democrática. Quieren que sea el edificio Aduana y el Centro de la Memoria de las Víctimas del Franquismo, Pequeña velocidad, sería el primero del Estado español. Lekuona explicó que los tres proyectos son contradictorios con el edificio porque «cada uno tiene sus criterios y objetivos».
En la primera, han precisado que se mantendrá la zona en la medida de lo posible, pero en la segunda se derribará. De momento, el ayuntamiento dice que quiere derribarlo parcialmente, "coger la fachada, removerla y reconstruirla", dice Lekuona. En el pleno municipal, el teniente de alcalde, Miguel Ángel Paez, adelantó que en el suelo quieren marcar dónde estaba el pabellón. Esta propuesta no es válida, dice la asociación, es la que desearían los "verdugos locales".
Será una batalla que durará mucho, por la lentitud del proyecto ferroviario. Preocupan a la asociación porque el cambio de gobierno municipal puede condicionar toda la Via Irun y por la actual crisis económica. El problema ya se ha socializado y están seguros de que no se tratará el espacio como si no existiera en nombre de la sabiduría. «Cuando surja el debate, la gente dirá, Vía Irun, sí; pero ¿cómo?».
Publicado originalmente en euskera en bidasoa.hitza.eus
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