"El estado español quiere tapar la tragedia humanitaria del pueblo saharaui, lo que no se menciona no existe, pero la comida se les acabará en junio"

Junkal Bauza de Apodaka

Publicado originalmente en euskera en antxetamedia.eus.

Este verano 14 niños y niñas saharauis vendrán al Bidasoa para pasar las "Vacaciones en Paz". La asociación Tadamum se ha mostrado satisfecha por la recuperación del programa, pero preocupada por la "situación límite" en los campamentos de refugiados y refugiadas de Argelia. La mitad de los y las niñas están en estado de desnutrición y mientras los casos de anemia en adultos van en aumento, el Programa Mundial de Alimentos les ha reducido un 30% la cesta de comida que canaliza.

El Consejo de Ministros de Estado español aprobó anteayer el visado de persona refugiada de dos meses de duración para un máximo de 3.000 niños y niñas en todo el Estado. En los últimos 45 años sólo se ha suspendido el programa en tres ocasiones. Dos de ellas como consecuencia de la pandemia de Covid, en 2020 y 2021, y les ha costado mucho al programa volver a coger la marcha. En nuestra comarca, gracias a la campaña "Abrazo de Verano Uno" de la asociación Tadamum, se alegra de que se haya recuperado, Junkal Bauza de Apodaka. «Afortunadamente vienen 14 niños y niñas al Bidasoa este año, el año pasado fueron dos o tres y nunca hubiéramos pensado que íbamos a tener un repunte así en un solo año», dice. Al principio marcaron el reto de recibir 300 niños y niñas en Euskal Herria. Al final llegarán 199 niños y niñas saharauis este año, 76 de ellos y ellas a Gipuzkoa. Y de ellos y ellas, 14 a los hogares de las familias de acogida de Irun y Hondarribia.

La familia de Juncal lo recibe desde 2017. "No es trabajo, es de disfrutar. Es cierto que traes a tu casa a ese niño o niña, que no sabe tu lengua, que no vive el mundo como tú, que no tiene tus privilegios, y sin embargo, cuánto tiene para enseñarte, y qué momentos tan especiales vives", subraya Juncal. Dice que se ha convertido en su hermana del desierto, y sin darse cuenta de que su familia se ha extendido en estos años. De hecho, un año más ha estado de visita en el desierto de la zona de "La Hamada" en Argelia. Y sabe bien hasta qué punto es beneficioso para estos y estas niñas venir a Euskal Herria durante los dos meses de verano, porque ha visto de primera mano en qué lamentable estado se encuentran las cinco wilayas o campamentos de Tinduf. "Necesitan por un lado alejarse de los calores extremos de más de 50 grados, pero sufren escasez de alimentación y de agua, y la asistencia médica que reciben aquí es vital para ellos. Y sin olvidar que también en 2020 resucitó la guerra, eso tiene su importancia», aclara Junkal. Lo importante, pues, es mejorar la salud y la vitalidad de estos niños y niñas.

Al borde de la tragedia humanitaria

La asociación Tadamum ha anunciado que los 14 niños y niñas llegarán probablemente el 28-29 de junio. En cambio, esto tampoco lo pueden asegurar. Porque, según nos han comentado, no todas son noticias alentadoras. De hecho, vienen este año con más necesidad que nunca a pasar las vacaciones en paz. En los campamentos de refugiados y refugiadas del desierto argelino se encuentran «a las puertas de una tragedia humanitaria», mientras las portadas de los medios de comunicación llenan otros conflictos. "El Gobierno español quiere tapar eso, mientras no se menciona no existe", se queja Bauza de Apodaka.

En este sentido, recuerda que el Sáhara Occidental fue la provincia 53 del Estado español y la deuda histórica con el pueblo saharaui. Desde que en 1975 fueron abandonados y abandonadas por el Estado español en las garras de Marruecos, Argelia aceptó exiliarse en el desierto de Tinduf. Y hoy 175.000 saharauis sobreviven tras una crisis que cumple casi medio siglo. La ONU le reconoció el derecho de referéndum en el Sáhara Occidental en 1991, pero los intereses económicos para explotar sus recursos marítimos y terrestres se han impuesto por encima de la legislación internacional. Así, exiliados y exiliadas en el desierto, se encuentran en wilayas o campamentos con el homónimo nombre de su municipio de origen, desiertos por un lado, y limitados y limitadas por el otro por la "barrera de la vergüenza" de 2.700 kilómetros construida por Marruecos en cinco partes, en una gigantesca prisión al aire libre.

Junkal nos comenta que los abuelos y abuelas de estos y estas niñas tuvieron carné de identidad español. Pero por culpa de la ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos, generaciones enteras nacidas en campamentos son apátridas y víctimas de 49 años de negación del estado español. «No han conocido nada más, allí nacieron en la tierra de La Hamada, antes de que se fueran los y las saharauis se decía que ningún ser humano podía sobrevivir allí, y ellos y ellas llevan allí 50 años. Son muy conscientes de que esa no es su tierra y viven con la ilusión de que algún día la conocerán», nos explica Junkal. Sin embargo, en su última visita en este mismo invierno, afirma haber visto "un sentimiento de desesperanza, especialmente entre los y las jóvenes, porque tienen un futuro oscuro, pocas posibilidades de trabajar, si no en tareas de magisterio o reparación, y el hambre que viven hoy en día también le afecta".

El caso es que la cesta mínima de comida que les garantizaba hasta ahora el Programa Mundial de Alimentos se ha rebajado desde 2020. "Debido a la pandemia de Covid, y a la guerra de Ucrania, la inflación ha hecho que los precios de los alimentos suban y no den para alimentarse", ha aclarado Juncal. El 97% de los y las saharauis recibe esta ayuda. Pero en 2019 destinaban 18 millones de euros en ayudas internacionales para asegurar estas cestas de alimentos, y para poder comprar hoy la misma cantidad se necesitarían 28 millones de euros. Desde que este año se les ha reducido la comida en un 30%, en muchas familias se está racionando esto en los últimos meses. Las ONG han llamado a aumentar esta ayuda internacional sin una respuesta clara hasta ahora. La representante de Tadamum nos aclara que "si siguen así se les terminará la comida del almacén en junio y no tendrán forma de alimentar a niños y niñas y personas adultas".

Desnutrición y sed

Lamentablemente, ahora que están en una situación límite los problemas de salud van en aumento: "la mitad de los y las niñas menores de 5 años sufre desnutrición y en las mujeres embarazadas son muchos los casos de anemia. De cada tres, un solo niño o niña tiene la oportunidad de progresar con un desarrollo sano debido a la escasez de alimentación, y se quedan delgaditas y pequeñas", añade Juncal con tristeza.

De esta forma, considera que la Caravana Vasca de Alimentos que organizan desde Euskal Herria ha aliviado algo la situación. De hecho, la recogida en escuelas y supermercados que se organizó el pasado mes de febrero les ha llegado la semana pasada nos aclara esta activista. La caravana partió en marzo y se desplazó hasta Alicante en camiones. De allí al puerto argelino de Orán para llevar comida. Pero cada año les están poniendo más problemas de burocracia. Y tras dos meses de bloqueo de la caravana, llegó el pasado domingo para repartir en los cinco campamentos de Tinduf, El Aaiún, Auserd, Esmara, Bojador y Dajla.

Por encima de todos los obstáculos, llega, evidentemente, la ayuda ciudadana. En este caso, la caravana de este año se ha llevado 40 toneladas de comida de Gipuzkoa, de las cuales 10 toneladas eran recogidas en la comarca del Bidasoa. "Al final esto se debe a un problema político que escurre de nuestras manos. Pero no podemos olvidar que llevan así 50 años, y si nosotros y nosotras no estamos con ellos y ellas, ¿quién va a ayudar a ese pueblo?», se pregunta Juncal.

Sin embargo, los niños y niñas que vienen a nuestro país gracias al programa Vacaciones en Paz agradecen no sólo la buena alimentación, sino también la ingesta de agua de calidad. La ONG asegura que los y las saharauis no tienen un mínimo de 22-25 litros de agua diaria que garantizar a cada persona en situación de emergencia (catástrofe). Actualmente tienen 17 litros de agua al día para beber, lavar, cocinar y todo. El agua también es oro líquido para ellos y ellas. El "abrazo" de este verano les permitirá comer y beber durante dos meses. Pero mientras las autoridades ignoran la tragedia humanitaria, de nuevo gracias a la humanidad de la población podrán tenerlo.

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