El pasado 15 de marzo más de una decena de colectivos nos dimos cita en una concentración para denunciar los recortes de los que también somos objeto los y las irunesas. El pasado 1 de mayo lo volvimos a hacer, tomamos las calles continuando con la denuncia y la movilización. No éramos todos los colectivos los allí presentes ni estábamos todos los que evidentemente somos. Tampoco éste era el planteamiento, sino el de empezar a dar pasos que nos condujeran a comenzar a caminar. Ante estas dos convocatorias podemos decir que hemos comenzado a caminar juntas, sin embargo, se hace preciso hacerse una serie de preguntas, ¿cómo queremos caminar? y ¿hacía dónde queremos caminar? Porque se evidencia tanto el deseo como la necesidad de hacerlo.
Hay algo indiscutible esta crisis (o esta estafa como mejor refleja esta situación que vivimos) también nos afecta. Como se denunciaba en el comunicado que llamaba a la concentración del pasado 15 de marzo y en la del 1 de mayo, Irun tienen una tasa de desempleo de casi un 20% con más de 5.000 personas desempleadas de una población de más de 61.000 habitantes. Y cada día que pasa aumenta. Un porcentaje muy elevado si lo comparamos con el 20% de personas desempleadas de una ciudad de más de 100 mil habitantes como es Barakaldo, enclavada nada más y nada menos que en la margen izquierda del Nervión. Las comparaciones son odiosas pero lo es más la pasividad de algunas instituciones ante semejantes datos. Por no hablar de la reiteración de soluciones que nos han traído hasta esta situación. Señalar que estos son los datos de las personas apuntadas a Lanbide no de las personas que reciben algún tipo de ayuda o prestación. Desconocemos los demoledores datos de las personas y/o familias en las que no entra ningún ingreso. Sabemos por el propio Ayuntamiento que alrededor de 900 familias que viven de las Ayudas de Emergencia Social (AES). Y la sangría continúa con numerosos ERE's y cierres de empresas a lo largo de estos años (Porcelanas Bidasoa, Elgorriaga, Montero, Cycobask, Egoki... ) Es el diabólico efecto dominó, perdida de empleo, ausencia de ingresos seguido de un desahucio. Según datos facilitados por el CGPJ a STOP Desahucios Bidasoa han sido 99 desahucios o lanzamientos los cumplimentados el año pasado. Si bien estos datos engloban a todo desahucio, es decir, incluye locales y no solo casa de primera vivienda, la sensación es que si bien son muchos, lo peor está aún por llegar. Tras cada uno de estos desahucios hay una situación, y en algunos casos que se han acercado a esta plataforma son situaciones de gran dureza, rozando cuando no alcanzando lo inhumano. Un derecho más en este caso, el de la vivienda, pisoteado por intereses bastardos de un sistema con un claro fin, su beneficio por encima de las personas. Personas que en lo que sabemos, pues se ha publicado en prensa, en un número elevado se ve obligada a echar mano del Banco de Alimentos para poder tener algo que echarse a la boca.
Las islas
Las pequeñas movilizaciones, bien sean laborales, vecinales, sectoriales, se suceden. Sin embargo, un punto en común entre ellas, además de la coyuntura actual de crisis, es su desconexión entre unas y otras. Son pequeñas islas en un gran océano de aislamiento y desinformación. Se nos ha ido hurtando poco a poco nuestras herramientas de relación social así como los espacios de socialización. Nos han recluido «en el reino de la incomunicación» que cantaba Barón Rojo o las más descarnadas «colmenas tapizadas» de RIP desde las cuales nos dicen que soñemos con «un solido futuro». Y las primeras y más importantes islas somos nosotras mismas, las personas. No sólo somos afectadas por los problemas económicos sino que estos traen consigo otros y así «nadie nos dijo que la depresión económica, vendría acompañada de la depresión de nuestros cuerpos, emociones y vidas». Porque somos seres vivos y sentimos «la frustración, el desengaño y las contradicciones entre unas vidas atrapadas en el brutal deterioro de nuestros derechos y condiciones que generan un galopante empobrecimiento de recursos de todo tipo». Debemos y podemos salir de este «"Shock" de dimensiones descomunales» y plantarle cara a este capital y patriarcado que «no solo nos desposee de nuestros escasos bienes materiales y monetarios, si no que al haber colonizado nuestros cuerpos y mentes también nos desposee de nuestras esperanzas, de nuestra fe, de nuestras ilusiones… en el cambio social y en una vida distinta más autónoma, más colectiva, más justa, más libre» Creo que es aquí donde toma importancia una iniciativa como Erletxea y su "brazo movilizador" Herri Ziztadak. Es un espacio que se abre a contagiar la ilusión por la acción, por la agitación y movilización de cuerpos y mentes. Por caminar juntas pero volvemos a preguntarnos ¿cómo queremos caminar? y ¿hacía dónde queremos caminar?
La coordinación como archipiélago
Nada es fácil pero es evidente que debemos caminar desde la igualdad y la horizontalidad. Con la movilización, la creatividad en esa movilización, tratando de crear, divulgar, accionar nuevos y viejos modelos de movilización y agitación. Creando iniciativas nuevas pero con la importancia de que sean nuevas las personas que las creen, las desarrollen y las lleven a cabo junto a las ya existentes. No sería bueno la multiplicación en contraposición a la suma. Quiero decir que las personas que ya están en colectivos actualmente no pueden asumir otros espacios en un mismo grado de compromiso, esto multiplicaría sus tareas y esfuerzos. Hay que buscar que el mayor compromiso en las nuevas iniciativas que puedan crearse lo hagan personas nuevas, con el apoyo de personas que puedan aportar su experiencia. Hay que romper con la delegación, con el "alguien ya me sacará las castañas del fuego" hay que ir pensando en el "hazlo tú misma" y si con un grupo de personas, no tiene que ser muy grande, ves una injusticia o algo que creas que hay que denunciar y pelear por ello no esperes a que nadie venga, monta un grupo de vecinos y vecinas, de padres y madres, de usuarios y usuarias, de personas afectadas y comienza a luchar y en el camino nos encontraremos para dar apoyo desde otras luchas a la tuya. Vayamos liberando pequeñas cosas desde lo personal a lo colectivo. Rompamos con este "Shock" personal y colectivo. Ejemplo de ello son las trabajadoras de Osakidetza que el pasado 1 de mayo se acercaron a la manifestación con su pancarta propia con la reivindicación frente a los recortes. Sabemos que hay más, por ejemplo en educación, podemos ver las pancartas en los centros educativos contra los recortes. Sumemos. Donde lo importante no es el resultado final sino los propios sumandos. Eso es coordinación. Eso puede ser Erletxea y Herri Ziztadak.
¿Hacía dónde queremos caminar?
Evidentemente hacía la trasformación social por un nuevo sistema. Hacía una trasformación que vayamos creando desde ya entre todas las personas. No hay que esperar a que nos lo digan. Estar siempre en una construcción permanente es algo positivo aunque a menudo las prisa así como un pragmatismo mal entendido nos diga lo contrario. Es una carrera de fondo y de relevos. Una carrera que no hemos visto comenzar y mucho menos veremos finalizar pero en la que podemos y debemos participar. Aquellas personas que diga que tiene la receta miente o lo que es peor alimenta la esperanza en algo que no se va a producir generando desesperación seguida de pasividad. No hay receta mágica, lo que si hay son ingredientes imprescindibles para la receta. Responsabilidad en lo que hacemos y nos comprometemos, motivación en lo que hacemos y creemos, información crítica de lo que sucede con una buena pizca de autocrítica de lo que hacemos, concienciación y convicción en que es posible y podemos cambiarlo y por supuesto mucha movilización en la calle.
Erletxea y Herri Ziztadak es una invitación a hacer el camino juntas, de igual a igual. Es una invitación a crear un archipiélago de tantas islas como queramos. Una invitación a propagar la ilusión por lo colectivo por las personas que luchan.
No podemos esperar, hemos comenzado a caminar y como todo camino comienza con un primer paso.
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