Grupo de Estudios sobre Incineración y Salud (GEIS) a la opinión pública de Gipuzkoa

Como quizás sepan, el Grupo de Estudios sobre Incineración y Salud (GEIS) lleva desde el 2004 analizando los estudios científicos más rigurosos en torno a la incineración de residuos desde un punto de vista exclusivamente profesional. En esta ocasión nos vemos en la obligación de dirigimos a ustedes para transmitirles nuestra preocupación por lo que está ocurriendo últimamente en torno a las informaciones relacionadas con la incineración y la salud.

A LA OPINIÓN PÚBLICA GUIPUZCOANA
En el Grupo de Estudios sobre Incineración y Salud (GEIS) llevamos desde el 2004 analizando los estudios científicos más rigurosos en torno a la incineración de residuos. Nos vemos en la obligación de dirigimos a ustedes para transmitirles nuestra preocupación por lo que está ocurriendo últimamente en torno a las informaciones relacionadas con la incineración y la salud.

Hace unos día se produjo la comparecencia en las Juntas Generales de Gipuzkoa de Juan José Aurrekoetxea, profesor de Medicina Preventiva de la Universidad del País Vasco, y de Jesús María Ibarluzea Biólogo, doctor en Salud Pública y responsable de la unidad de investigación en Epidemiología Ambiental y Desarrollo infantil de Biodonostia. Hablaron de la relación entre las incineradoras y la salud, defendiendo la tesis de que las dioxinas en torno a las incineradoras están bajo control. Pues bien, ambas comparecencias fueron ampliamente recogidas en El Diario Vasco y Noticias de Gipuzkoa, entre otros medios.

Sin embargo, cuando GEIS compareció en las Juntas Generales el pasado 23 de mayo, salvo honrosas excepciones, casi nadie se hizo eco de la noticia. Esto nos ha hecho reflexionar sobre el tipo de periodismo que tenemos, si es un periodismo que informa o si, por el contrario, adoctrina. Y es que en los medios citados, por ejemplo, se ha mencionado reiteradamente a GEIS y no hemos podido defendernos. Es más, hemos sido insultados públicamente solo por ser mensajeros de unos datos científicos que no son nuestros, que son públicos. El derecho a réplica, la pluralidad informativa, el contraste de información y, lo que es más grave, el hurto a la ciudadanía del derecho a la información son los grandes paganos de esta actitud.

Ante la imposibilidad de expresarnos por otros medios, les hacemos llegar por esta vía nuestras consideraciones en torno a lo expuesto por Aurrekoetxea e Ibarluzea en Juntas Generales. Creemos que es nuestra obligación como profesionales de la salud hacer públicas nuestras puntualizaciones, rectificaciones y exigencias, que enumeramos a continuación.

En primer lugar, Aurrekoetxea e Ibarluzea aseguraban que “los análisis realizados no confirman el aumento de dioxinas en torno a las incineradoras”. Desde GEIS nos alegramos de que en los estudios aportados por ellos no aumente el número del tipo de dioxinas analizado. Sin embargo, nuestro interés y preocupación se centra en los resultados que sí tienen que ver con la salud de las personas. Concretamente, en el aumento de las enfermedades y aumento de mortalidad que se produce en la población cercana a las incineradoras. Multitud de estudios demuestran que, ya sea por dioxinas o por otros compuestos -conocidos o desconocidos- que se generan al quemar basuras, ese aumento es real.

Pese a que en los estudios mencionados por Ibarluzea y Aurrekoetxea no se confirma un aumento de dioxinas, esos estudios no pueden garantizar que no se produzca aumento de cáncer u otras enfermedades. Las dioxinas no son el único elemento que puede producir cáncer, hay multitud de sustancias que lo pueden provocar. El aumento de cáncer se asocia con metales pesados, NO2, SO2, CO2, Hidrocarburos aromáticos policíclicos, material particulado, los furanos, escorias, cenizas... Y ¿qué pasa con el Arsénico que se acumula en torno a las incineradoras, como reconoce la propia Zabalgarbi, la incineradora de Bilbao?

Además, el Dr. Aurrekoetxea ha concluido que habrá que esperar "dos o tres años" para sacar conclusiones "válidas" sobre este tema, ya que para demostrar una relación entre una sustancia y la aparición de un cáncer los análisis deben prolongarse durante "al menos 10 años". Es decir, reconocen que aun no sabemos qué puede pasar.

Aurrekoetxea e Ibarluzea hicieron mucho hincapié en que “la incineradora no será la instalación más contaminante de Gipuzkoa". Creemos que este tipo de argumentos más que tranquilizar lo que hacen es atemorizar aun más a la ciudadanía. Efectivamente, la contaminación ambiental es uno de los mayores problemas y retos del siglo XXI. Y es que los estudios demuestran la relación causal entre el calentamiento global y el aumento de la mortalidad y de morbilidad. El problema que no mencionan Aurrekoetxea e Ibarluzea es que los tóxicos son bio-acumulables y que a mayor exposición, mayor riesgo de enfermar y morir. Entonces, ¿para qué vamos a sumar otra fuente de contaminación a las que ya tenemos? La tendencia debería ser la de disminuir los puntos de contaminación, no la de aumentarlos. El Parlamento Europeo ya está tomando cartas en el asunto y por eso plantea que, a partir del 2020, no se podrá incinerar ni verter nada que se pueda reciclar y reutilizar.

De entre todos los estudios existentes que demuestran la relación entre la exposición a la incineración y el enfermar, Ibarluzea y Aurrekoetxea se centraron únicamente en intentar desacreditar el estudio realizado en el Estado Español por el Centro de Salud de Investigación Medioambiental del Instituto de Salud -que no universidad- Carlos III, centro de referencia para investigación epidemiológica medioambiental.

Dicen que este trabajo de investigación epidemiológica publicado en 2012 está basado en datos de incineradoras antiguas, que las modernas apenas contaminan. ¿Por qué Ibarluzea y Aurrekoetxea no citan muchos otros estudios, algunos muy recientes, que relacionan la exposición a las incineradoras con aumento de cáncer, aumento de mortalidad, aumento de malformaciones congénitas, aumento de abortos, aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares...? No lo decimos nosotros, lo dicen Ashworth, Elliott, Porta, Ranzi, Ancona, Viel, Warner y muchos otros autores de estudios que asocian diversas enfermedades e incineración.

Critican, asimismo, que el de Carlos III es un estudio observacional, pero obvian que no sería ético realizar experimentos exponiendo a poblaciones humanas a una incineradora para ver qué ocurre. Dentro de los estudios observacionales el estudio ecológico es un diseño de tipo descriptivo que se ha consolidado como uno de los más usuales en los últimos años en el campo de la epidemiológía ambiental (Walter, 1991).

Por otro lado, en ambas comparecencias quedó de manifiesto la intención de acotar el debate asegurando que las dos únicas alternativas que hay son las incineradoras o los vertederos tradicionales. Pero esconden que la incineradora conlleva de forma obligatoria dos tipos de vertederos: uno para las escorias residuales de la incineración, que hay que analizar antes de llevarlas al vertedero para valorar su peligrosidad, y otro para las cenizas, que son residuos peligrosos con mucho contenido de dioxinas que hay que mandar a vertederos controlados para residuos peligrosos. Y hay que recordar que estamos hablando de que prevén enviar a vertedero nada más y nada menos de 50.000T al año. Que se debe sumar al otro vertido que las incineradoras emiten a la atmósfera por la chimenea (entre otras sustancias emiten C02: Zabalgarbi en 2014 emitió 235.000 toneladas). Por lo tanto, es falso que con la incineradora desaparezcan los vertederos.

Por último, insistieron mucho en que "no existe el riesgo cero" en ninguna actividad humana. Cierto, tienen razón. Quizás sea su manera de reconocer que las incineradoras modernas también emiten contaminantes al aire y a través de las escorias y cenizas que producen.

Por ello, desde GEIS decimos a todo aquel que quiera escucharnos que hay que aplicar el principio de precaución. No en vano, en un radio de 10 km alrededor de Zubieta viven más de 270.000 personas, la mayoría en Donostia. Hay que promover el debate y decidir sobre las diferentes soluciones a la gestión global de residuos y no centrarse en cómo gestionar los vertidos. Existen alternativas más saludables. Mientras tanto, apliquemos el principio de precaución.

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