¿Es la salud pública lo que más peligra?

Modesta proposiciónPeio Aierbe. SOS Racismo Gipuzkoa.- Permítanme dudarlo.

Llevamos una exhaustiva contabilidad mundial de todo el que se enferma, se hospitaliza, se agrava, se cura o se muere. Grandioso espectáculo nunca visto. Pandemia. Aunque, claro, si nos fijamos en el índice de mortalidad o en el número total de muertes las cifras palidecen con la gran mayoría de causas de mortalidad hoy en día. Se infectan muchas personas y a mucha velocidad. Sí. La inmensa mayoría desarrollan los correspondientes anticuerpos sin necesidad de tratamientos agresivos e incluso, simplemente, ambulatorios. Y un porcentaje muy pequeño fallece, por lo general asociado a otras patologías y a unas edades avanzadas. ¿Atender a estas personas, labor absolutamente imprescindible, justifica las medidas que se están adoptando?

Permítanme dudarlo.

La sicosis colectiva que se ha creado se traduce en una asistencia masiva a los centros hospitalarios para combatir el virus en cuestión, para la que no hay recursos suficientes y que, de no haber creado esta sicosis, podría ser tratado ambulatoriamente, dejando la hospitalización para los casos graves, con neumonía y complicaciones asociadas. Solución arbitrada: aislamiento masivo de la población con el fin de contener la propagación del virus. ¿La motivación y, sobre todo, los efectos son exclusivamente por razones sanitarias?

Permítanme dudarlo.

Abducidos por la capacidad china para confinar en sus casas a millones de compatriotas, nuestros gobiernos olvidan pasadas críticas sobre unos modos totalitarios de gobierno y se apresuran a replicar semejante confinamiento masivo de la población. Fascinados por la demostración del poder absoluto de paralizar la vida educativa, comercial, industrial, de transporte, de ocio, de turismo, de deporte, ciudadana... como nunca antes había sido posible, y hacerlo con toda la legitimidad de la opinión pública, nadie quiere quedarse atrás. Generar miedo, pánico, de modo que se reclame un Estado protector, que refuerce los mecanismos de poder y de control. ¿No representa esto un gravísimo riesgo para las libertades en el futuro?

Permítanme dudarlo.

Levantar nuevas fronteras, incluso para los occidentales blancos, propugnando el aislamiento en el propio país, en la propia región, en el propio domicilio, el aislamiento físico y mental, desconfiar del contacto con los demás... ¿No va a reforzar los discursos discriminatorios de cierre de frontera, de relación sólo con el cercano?

Permítanme dudarlo.

Si este ejercicio está siendo posible ¿estaremos en la antesala de medicina similar para atajar el hambre en el mundo que causa millones de muertes al año, la especulación bursátil principal responsable de los crack financieros, la especulación de la vivienda, la continuidad de las guerras alimentadas con nuestras ventas de armamento, el transporte privado que causa millón y medio de muertes al año, la industria contaminante...? Si la salud y la vida de las personas justifican cualquier medio ¿vamos a hacer lo que está en nuestra mano para evitar que el Mediterráneo siga siendo la mayor fosa común del planeta? Vamos a evitar salir de esta con nuevos negocios de patentes? Permítanme dudarlo.Una emergencia como esta ¿va a recaer por igual sobre el conjunto de la población? ¿No van a resultar más perjudicados los sectores más desfavorecidos: el pequeño comercio, los contratos temporales, quienes no pueden asumir el coste de una cuarentena o el de quien cuide a los hijos que no están en la escuela?

Permítanme dudarlo.

Los motivos de explotación, dominación, desigualdad, machismo, discriminación, racismo... que marcan nuestra sociedad están ahí ¿Vamos a aprovechar esta ocasión para una reflexión que apunte a las causas, a los responsables y que proponga soluciones? ¿O vamos a reforzar teorías más o menos místicas sobre el daño que le hacemos a la tierra y una propuesta de vuelta al pasado? La magnitud de los acontecimientos nos ofrece una oportunidad. En nuestras manos está el saber

aprovecharla.

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