Txapaeo koronabirikotik idazkiak, 3.znbk. Pikoketa Aritxulegi.- Hoy me he levantado un poco “heiter” que dice la chavalería. Ya son algunos días en casa. La indignación que me generan ciertos empresarios, los militares españoles en nuestras calles y la policía con el puto megáfono diciéndonos que “pa casa” a no ser que vayas a curra. Un poco de mala ostia la verdad.
Veo iniciativas populares, respuestas de muchas clases y me quito el sombrero ante todas ellas. No obstante, (y desde la insolencia que me da la mala ostia), empiezo a ver diferentes actitudes. Sin acritud, todas legítimas, válidas, pero no me parecen todas igualmente acertadas.
La combativa: Veo gente que está hasta las narices del mundo en el que nos están obligando vivir, y que frente a la forma (neoliberal) en la que se está gestionando el asunto, dice que hasta aquí hemos llegado. Que ya vale. O que las personas primero (lo cual el sistema capitalista no puede asumir, sin comprometer sus beneficios) o que vamos a por todo el pastel. Lo veo en voceros de LAB: O se cumplen condiciones de seguridad en las empresas ya, o que paramos el país. Insinuando la posibilidad de una huelga general, por la protección de la vida. Lo veo en todas aquellas voces que demandan (vista su desidia) la intervención pública de los centros de salud privados, que ya está bien. Lo veo también en los planteamientos del “Plan de choque social”: No pagan el alquiler quienes se hayan visto en una situación de desamparo ni impuestos/tasas, no se admiten despidos y hay que garantizar renta a quién se haya quedado colgado/a.
Creo que son voces que tienen una lectura de largo alcance, y que son conscientes de la que viene (en su deriva sanitaria pero también económica). Que nos van a querer cargar con el golpe socio-económico que viene a los obreritos, y que debemos prepararnos para ello con la única vía posible: Enfrentar el sistema capitalista tan protegido y auspiciado por los estados y el sistema multilateral internacional.
El sistema tiene ya tantas contradicciones (económicas, bio-diversidad, violencia, recursos naturales, coloniales, patriarcales, de sustitución de mano de obra por robots,…), que es más lógico y esperanzador, derribarlo y renacer de las cenizas. Es decir, preparémonos para el combate.
La constructiva: Increíbles muestras de capacidad popular, de auto-organización y de solidaridad. De empatía humana. Su expresión más acabada: Las redes de cuidado. En Gasteiz, 1500 personas enredadas en apoyo mutuo e implantación en todos los barrios. En Donostia, presencia en todos los barrios, para ayudar a quienes no puedan o deban salir de casa a poder mantenerse en el confinamiento. La verdad que para quitarse el sombrero.
Iniciativas creo yo (por lo leído), que se sitúan más en el combate que en la complaciencia. Es decir, no son ONG-s que tratan de barrer la mierda que el sistema está generando y externalizando a las capas populares. No, se están organizando en este tema tan vital, pero como forma también de construir otra forma de hacer las cosas. Otra forma de hacer sociedad: Organización horizontal, solidaridad y las personas en el centro.
Por ello tal vez, iniciativas que también han sido reprimidas (como identificaciones en Donostia).
La a-crítica: Como siempre, creo yo la mayoritaria. Creo yo, que llevamos mucho tiempo viviendo con algunas creencias, ciertos presupuestos como sociedad que empiezan (espero) a crujir. Pero muy lentamente. Para el caso, algunas creo que son: El estado nos protege (por lo menos al ciudadano de bien), el mercado provee de lo necesario para vivir (trabajo y productos) y frente a cualquier contingencia, la tecnología proveerá la solución. Creo que estos pilares guían el horizonte vital de la mayoría de personas, en Irún, Euskal Herria y me atrevería a decir en occidente. Resumiendo: Gracias a la santísima trinidad (estado, mercado, tecnología) superaremos todo esto como sociedad unida. Así, en estos momentos debemos remar juntas, dejar las críticas para más adelante y reconocernos como iguales en la desgracia. Si… lo sé es un poco “naif”, pero creo que esta visión impera.
Bajo esta idea, emergen todo tipo de respuestas. Algunas con la mejor intención, algunas ridículas, otras que emergen directamente como vía de escape de la tensión acumulada: Aplaudir a las 20.00 a las 22.00, a las… a sanitarios y personas que están paliando la crisis en primera línea.
También, aquí, todas esas iniciativas que se han puesto en marcha, que vienen a decirnos: “Bueno, hagamos de la necesidad virtud, aprovechemos el tiempo en casa para….” y cada cual tiene su fórmula para ayudarnos a llenar el día. Muchas de ellas con perspectiva clara y denunciable de negocio (Movistar+ es un ejemplo de muchos, que se presenta como “humanitario”, no te jode). Otras no, otras surgen de la mejor de las intenciones (como cultura en directo, vídeos de como hacer tal y cual, apertura de material -libros, vídeos, documentos- antes privativos al abierto, etc.) que son buenos gestos, pero que plantean formas de aguantar el chaparrón lo mejor posible.
Y yo por lo menos hoy, ya lo he dicho estoy ya de mala ostia y creo que es momento de reflexionar. De reflexionar de forma crítica de como hemos llegado a esta situación (no coronavírica sin socio-económica), tomar consciencia de lo que viene y prepararnos (ideológica y también porque no organizativamente) para la que viene. Porque esto va dejar mucha mierda, y van a querer que la recojamos solo nosotros, los currelas, los plebeyos.
P.D.: Bueno luego está la “no respuesta” que evidentemente es una forma de respuesta. Toda esa gente que minimiza lo que hay, que dice que es un invento, etc. También aquellos que aprovechan para chillar al vecino al verle salir de casa y hacer de policía ciudadana sin tener ni puta idea de a dónde o porqué va. También está la variedad del espectáculo, que se dedica a producir todo tipo de imágenes espectaculares en torno a la situación que vivimos (vídeos, memes, …) del género “tontería”. Todas ellas, formas individualizadas de respuesta, que sinceramente, no tengo ni ganas ni tiempo (bueno si tiempo si) de tratar.
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