Maroto y Albiol han perdido en los pactos municipales lo que ganaron en las urnas. Se trata de un hecho agridulce. Las campañas de Gora Gasteiz y plataformas como Units contra el fascism pueden cantar victoria pero se trata de una victoria en la tanda de penalties y esas victorias se parecen más a una lotería que a una contundente victoria moral y definitiva a sus derivas ideológicas. Ambos han realizado una apuesta por el populismo de derechas y si bien han ganado apoyo popular, no han podido por las confluencias por la izquierda.
Cometeremos el error de pensar que esa borrasca ha sido superada tan fácilmente y que el PP quedándose aislado por sus guiños xenófobos ha perdido la batalla. De momento en el PP saben que ambos han conseguido no solo mantener sus resultados sinó aumentarlos en un momento de retroceso generalizado en los resultados de los populares tanto en el estado como en la CAV. Y ambos han roto su propio techo electoral pese a las acusaciones de racismo o xenofobia. ¿O tal vez ha sido gracias a ellas?
Veamos una foto más general. No parece casualidad que ambos candidatos surjan de la CAV y de Cataluña. Las dos comunidades donde la voluntad independentista es mas fuerte y donde la opción mayoritaria y al cargo de la administración es un centro derecha que no controlan. Ambos a su vez están en municipios con mucha población, donde el independentismo es más débil que la media. Badalona es una ciudad muy importante de lo que se llama el cinturón rojo de Barcelona, un bastión del PSC tradicional, Vitoria también ha tenido un voto popular muy fuerte tradicionalmente, y allí también el independentismo, pese a los progresos recientes ha sido más débil que en otras localidades vascas. Maroto y Albiol presentan un nuevo modelo de tensión identitaria que les permite no solo conservar sus votantes fieles sino que les permite pescar en nuevas aguas, tanto en el socialismo desencantado como en el nacionalismo conservador que se reconoce representado en esta nueva tensión identitaria. Seguramente haya muchos votantes de CiU y PNV en las autonómicas que hayan votado a Albiol y Maroto en las municipales. Por otro lado los resultados de Josu Bergara en Sestao del PNV, también nos dan una idea sobre lo fácil que puede ser sacar rédito electoral al tema de la inmigración. Una grabación afirmaba que "ahora la mierda no viene a Sestao", no muy lejos del "limpiando Badalona" de Albiol.
Creo, no obstante, que no se debe solo a eso el éxito. Han sabido acompañar a sus pinceladas xenofóbicas otros elementos que se difuminan al observador externo. Recurrir a la xenofobia por sí solo no trae votos. En Irun por ejemplo el PP ha perdido 2000 votos pese a los patéticos cantos de Sirena de Juana Bengoechea y su lata de garbanzos. (Ver video al final del artículo)
Albiol y Maroto, dos figuras juveniles han entendido bien los principios del populismo, al modo en que lo ha hecho Podemos. Se expresan con cercanía al ciudadano, saben mostrar que escuchan a sus vecinos, se hacen con sus preocupaciones y orientar sus declaraciones para conectar con ellos. Además han conseguido algo sin parangón, presentarse como disidentes políticos y eso desde una fuerza política que se desgasta desde el ejercicio del poder, la corrupción y la crisis económica. Saber hacerse percibir como buenos gestores, didácticos, serios, cercanos es lo que ha conseguido que miles de ciudadanos fueran entusiasmados a abrazar a los candidatos defenestrados el dia de la proclamación de alcaldías. Como buenos disidentes ambos se muestran satisfechos en ciertos modo por su expulsión del puesto. Ya que pueden articular el discurso de ser personas íntegras que pierden en los "pactos de los despachos" lo que ganan en las elecciones.
Los ataques que reducen todo al racismo y la xenofobia han demostrado no solo servir de poco, sino que además sirven a los propósitos de estos "disidentes" ya que confirman a sus nuevas parroquias que mantendrán su "autenticidad" y que no se dejarán achantar por las acusaciones dándoles un aire de heroicidad a su proeza.
Repetir una y otra vez que Maroto y Albiol son unos racistas es una mala idea por varias razones. Por un lado ningunea a miles de ciudadanos que ven reflejadas sus preocupaciones y reflexiones en la voz de sus alcaldes, lo que obliga a plantear que en todo caso la acusación de racismo y xenofobia se extiende a toda esa masa de ciudadanos. Si es así entonces tenemos un efecto de "superación de complejos" y de reafirmación en defensa de lo "políticamente incorrecto" que muestra los "condicionamientos del discurso" como una especie de corsé ideológico autoritario. Por otro lado, por su posición alcalde que manejan información desde una posición privilegiada no se lanzan a realizar declaraciones sin incorporar la respuesta necesaria en caso de que les acusen de racistas, cosa que normalmente ya tienen anticipada. Tienen datos que pueden tergiversar a su gusto, tienen contactos con asociaciones de vecinos, grupos de inmigrantes incluso que pueden utilizar a su favor, han sabido tomar la temperatura de las calles y los barrios más allá de los movimientos sociales organizados. Al tener relaciones diferenciadas siempre pueden mostrarse apoyando a una comunidad mientras al día siguiente acusan a otra comunidad. En el caso de la foto de familia del "movimiento Ayudas mas justas" que Maroto supo explotar en periodo preelectoral con la ayuda incontestable del grupo Vocento, se pueden ver a no pocos representantes de grupos de inmigrantes, foto que contrasta con la inicial de "Gora Gasteiz". Ya hablando con amigos mios de Gasteiz pude comprobar la presencia masiva, dinámica y activa de inmigrantes en la fiesta Gora Gasteiz.
Finalmente las confluencias "antirracistas" tienen el riesgo de difuminar el mensaje de una izquierda transformadora al unir en el mismo coro a voces de la socialdemocracia que han realizado en la práctica las misma políticas respecto a la inmigración que las que propugnan Albiol y Maroto como es el caso del dúo Hollande y Valls, por ejemplo. Haciendo que se reedite una especie de "pacto de ajuria enea" en versión "antirracista" dando al PP la carta de outsider que tan bien le viene ahora que es el centro de la controversia. En el estado francés, el famoso "rassemblement républicain" por el cual todos los partidos votan juntos para frenar al Frente Nacional, ha dejado solo al "Frente de Izquierdas" de Melenchon al que el partido ultraderechistas tacha de herramienta útil del Partido Socialista. Esto ha provocado un notable retroceso de las espectativas electorales del Frente de Izquierdas que navega fuertes contradicciones mientras el grueso de la clase obrera apuesta por el Frente Nacional en el norte desindustrializado.
Desenmascarar la estrategia discursiva de los marotos y albioles que se reproducirán en el PP como setas, pasará sí o sí por asumir un claro discurso en contra de los intereses a los que sirven. En el documental "Fascismo S.L." el director griego Aris Xatzistefanou nos recuerda que no hay un Hitler, un Mussolini o un Amanecer Dorado sinó hay unos intereses concretos que los financian, apoyan y les prestan apoyo mediático para crear una guerra de envidias y odios entre los de abajo, entre los vecinos en los barrios, entre los trabajadores en las fábricas, entre los seres humanos precarizados y expulsados del mundo del trabajo por la crisis. El fascismo es la guerra entre el penúltimo y el último, es el capitalismo en fase histérica, es el recurso del poder para mantener el status quo. Si no se habla de eso, el resto servirá de poco.
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