El folklore no vive fuera de la realidad. No solo refleja la sociedad que lo recrea, sino que influye en ella. Por eso, el folklore evoluciona a medida que la sociedad cambia; pero no al mismo ritmo, porque la sociedad se vale del folklore para presentar una imagen ideal de sí misma.

Como en un espejo, nos refleja y a su vez nos incita a mejorar nuestro aspecto. Cuando la imagen ideal del folklore y la real de la sociedad se alejan mucho, surge el conflicto.

La historia de la figura de la cantinera es un magnífico ejemplo de la evolución del folklore y por ello de la sociedad vasca (de las sociedades vascas, porque no es igual en Zuberoa, en Donostia o en el Bidasoa). Así mismo, al igual que la sociedad, el folklore vasco está en continua relación con los folklores circundantes y los conflictos son similares.

Margaret Bullen es antropóloga y durante un cuarto de siglo ha investigado en profundidad el conflicto surgido en los Alardes del Bidasoa. Y ha hecho estudios comparativos con manifestaciones folclóricas de Gipuzkoa, de Escocia o de otras partes. Por ejemplo, este mismo año ha analizado en directo el caso del primer varón que ha ejercido de “fallera” en Valencia.

Desde que estudió la carrera de historia, Xabier Kerexeta ha analizado casos de discriminación en las sociedades pirenaicas, y en especial cómo se han reflejado en los folklores locales: agotes, brujas, moros… En el caso de la cantinera, un rasgo de modernidad en el XIX, si se interpreta por un varón, ¿en el XXI es una novedad, una vuelta al origen o ambas cosas?

Charla: (bilingüe)