EH Bildu Irun.- El domingo, un migrante murió ahogado en el río Bidasoa, intentando pasar a nado la frontera que nos han impuesto los estados francés y español. Antes que nada queremos mostrar nuestra solidaridad y nuestro calor a las personas allegadas del fallecido.
Todavía no sabemos oficialmente ni su nombre ni ningún otro dato sobre él pero tenemos claro que no es un número. Es una persona con nombre y apellidos que se ha ahogado en el Bidasoa buscando desarrollar su proyecto de vida en condiciones dignas. Es un drama humano grave, desde cualquier punto de vista.
Lamentablemente no es el primer caso y como sociedad no podemos permitirlo. Las fronteras europeas dan vergüenza y para acabar con estos dramas es imprescindible revertir de arriba abajo las actuales políticas migratorias. Porque migrar es un derecho humano.
Y es que, las restricciones impuestas por los estados francés y español entre Gipuzkoa y Lapurdi con la excusa de la pandemia, han dificultado aún más la situación de las personas migrantes, con graves casos de exclusión y violencia.
Así, en EH Bildu tenemos claro que las instituciones deben dejar de mirar para otro lado y empezar a trabajar. No basta con dar cobijo a las personas migrantes (con criterios burocráticos a menudo incomprensibles), es imprescindible que cada institución, en su respectivo ámbito, trabaje para cambiar radicalmente estas políticas migratorias. Desde el gobierno español y francés que tienen la responsabilidad principal en este tema hasta el ayuntamiento de Irun, pasando por el gobierno de Lakua y la Diputación de Gipuzkoa.
No podemos aceptar que el río Bidasoa sea una tumba, no queremos más proyectos vitales desgarrados. Es urgente dar una respuesta institucional adecuada. Y las instituciones tienen por dónde aprender. En este sentido no queremos terminar estas líneas sin aplaudir y agradecer la ingente labor que día a día realizan las personas voluntarias de Irungo Harrera Sarea: ofrecen apoyo, cercanía, en definitiva humanidad, a quienes llegan a Irun tras un largo, duro y difícil viaje. Así, gracias a ellas y ellos, Irun está más cerca de ser una verdadera ciudad de acogida.
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