Propuesta para la delimitación de los grupos turísticos

Hondarribia. Foto: Wikimedia

Abotsanitz.- La calidad de la vida cotidiana de la población hondarribitarra es un elemento básico del modelo digno de ciudad en el que creemos y soñamos.

Dado que la convivencia y la movilidad influyen en el bienestar general de la ciudadanía, deben ser expresamente garantizados. Pero, desgraciadamente, en los últimos años se está imponiendo el modelo con el que los mandatarios han condenado a nuestro pueblo al sector terciario, más concretamente al turismo. De esta manera, Hondarribia ha sido utilizada como un atractivo escaparate por National Geographic o incluso por la publicidad de marcas como Nutella, que nos utilizan como un producto bonito más, sin importarles la calidad de vida y la convivencia en nuestro pueblo.

En las últimas semanas, sobre todo en el Casco Viejo y en Portu Auzoa, estamos observando grupos de más de cuarenta turistas que van como a la deriva, formando masas o hileras que obstaculizan el paso por las calles o la entrada a los portales. Todos estamos padeciendo el efecto de estos grupos.

Se ha dado el caso de turistas que han entrado al ayuntamiento y, sin ningún respeto, como Pedro por su casa, han llegado hasta al propio salón de plenos.

En este sentido, hoy en día, la única ciudad que le ha puesto freno al turismo es Donostia. Por una parte, ha regulado la contaminación acústica que provoca la actividad turística (altavoces), y ahora ha limitado a veinticinco (25) el número de personas de los grupos de visitantes que, además, deben hacer en el ayuntamiento una comunicación previa, para posteriormente poder medir las afectaciones del turismo.

No sabemos hasta qué punto esa regulación ha influido o influirá en la masificación que estamos sufriendo en Hondarribia. Puede que las limitaciones a esos grupos turísticos en la capital les obliguen a cambiar de meta y pongan más su mirada en nuestro pueblo.

Por todo esto le pedimos al siguiente pleno:

La creación de una ordenanza del espacio público y, en ella, la limitación de los grupos turísticos a veinticinco (25) personas.

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